«Que tengas suertecita»

buena suerte

Todos hemos conocido alguna vez a alguna persona que parece tocada por una varita mágica. La varita de la suerte. Esa que les ha concedido, a pesar de no ser demasiado brillantes, la fortuna de ser dichosos en su vida personal, el el trabajo… en todos los ámbitos de sus vidas. Y también hemos conocido todos alguna vez a alguien que es la antítesis de lo anterior, es decir el talentoso e inteligente a quien sus habilidades y conocimientos no parecen servirles de mucho.

Solemos llamarle «suerte». Y así la define la RAE: «Circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede.»

Más allá de tecnicismos, para la mayoría «la suerte» es alguna fuerza inexplicable que te toca para bien o para mal. Esto es lo que la mayoría cree. Más bien lo que nos conviene creer para eludir sin demasiados remordimientos la responsabilidad de nuestra propia vida y el rumbo que toma en todo momento.

Tenemos mucha más influencia en nuestra propia suerte de la que creemos. O de la que queremos creer. Y así lo ha confirmado Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire, a través de un estudio cuyos resultados ha guardado en su libro El Factor Suerte.

Tras muchos  ejercicios y experimentos concluyó, a grandes rasgos, que sí, que parte del factor suerte depende del azar. Pero no todo es cosa de casualidades, sino que gran parte de esa suerte depende del comportamiento, la actitud y el estado mental de cada uno.

Lo que el profesor explica es que cuando una persona cuenta con lo que conocemos como buena suerte, no se debe tanto a fuerzas ocultas de la naturaleza que hacen que todo gire de la manera adecuada en torno a ellos. Más bien se trata de personas que piensan diferente y son capaces de propiciar las oportunidades. Y esto les es posible porque, según este estudio, las personas con «buena suerte», son más abiertas, más sonrientes, tienen más contacto visual, no cuentan con problemas de ansiedad y  suelen tener caracteres o personalidades más extrovertidas, lo que les permite detectar mejor cuándo están ante una oportunidad… He ahí el «kid» de la cuestión: las oportunidades.

A más oportunidades, mayor suerte. Por eso es tan importante mostrarse abierto y receptivo a ellas. Cuanto más abierto y extrovertido se es, mayor interacción social existe, lo que inevitablemente nos expone a más oportunidades. Y con una mente abierta, no sólo las detectamos más fácilmente, sino que somos capaces de verlas desde diferentes perspectivas, lo que nos abre la puerta a más posibilidades u oportunidades.

Tu suerte depende de ti, de tu manera de ver la vida, de tu actitud, de tu comportamiento y de tus estados de ánimo.
Si la balanza no está de tu lado, en lugar de esperar a que sople el viento a favor, mejor comienza a remar… Sonríe, disfruta de las pequeñas cosas, aprende, sé curioso/a, pregunta, practica algún deporte que te ayude a eliminar el estrés, dedícate tiempo, mímate, muéstrate abierto/a a conocer más gente, apuesta por tus sueños y trabaja duro por alcanzarlos e, interactúa con los que ya forman parte de tu entorno… Verás como la balanza comienza a inclinarse a tu favor.

 

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