Etiquetas limitantes
Cargamos a nuestras espaldas un enorme peso en una mochila que debiera ser mucho más ligera, pero por creencias, excusas, miedos y un sinfín de motivos más, la vamos llenando de cosas que no necesitamos en nuestra vida. Una de esas cosas que tendemos a guardar en nuestra mochila son las etiquetas que utilizamos para justificar actuaciones y comportamientos, a veces simplemente como excusa, en otras ocasiones son creencias que tenemos sobre nosotros mismos: «soy vago/a, por eso no sirvo par estudiar», «soy impulsivo, por eso no puedo controlar lo que digo», etc. Todas estas etiquetas nos limitan sin que nos demos cuenta.
Sobrealimentamos esas etiquetas que, probablemente, comenzamos a utilizar para adaptarnos al mundo, al entorno… Pero con el tiempo, se han vuelto un arma de doble filo.
Eliminar o cambiar algunos comportamientos no es tarea sencilla. Se trata de una labor compleja que se debe afrontar con consciencia, mucho valor, constancia y una gran dosis de amor por nosotros mismos para lograrlo. Fácil no es, pero a imposible le sobran las dos primeras letras.
Quizá, la forma de empezar es pensar detenidamente en ese hábito que no nos gusta o que sabemos que modificándolo nuestra vida cambiará a mejor. Piensa en ello. Y piensa también cómo cambiaría tu vida, cómo sería… Esto te aportará una dosis de motivación para afrontar el reto con esos tres requisitos de los que hablaba:
Valor
Para asumir y aceptar lo que debemos cambiar. Para ser sinceros con nosotros mismos. Y sobre todo, para tomar la decisión de cambiar aquello que no nos gusta, ponernos manos a la obra y manteneros decididos a lograrlo.
Constancia
Autodisciplina, constancia y fuerza de voluntad. He ahí la clave para lograrlo. Solo con perseverancia y estando dispuestos a no tirar la toalla lograremos mantenernos en la lucha y trabajar cada día para mejorar, o cambiar esos hábitos.
Amor propio
Solo si nos queremos a nosotros mismos y nos amamos los suficiente seremos capaces de valorar esos pequeños pasos que vamos dando, solo así podremos sacar de los retrocesos el aprendizaje y continuar el camino con la cabeza alta y la vista en el objetivo convencidos de que lo alcanzaremos.
Practicar sin cesar, repetir el comportamiento una y otra vez, a pesar de resultar complicado al principio, de forma gradual nos iremos acostumbrando y se irá haciendo cada vez menos tedioso y más cómodo. Habrá momentos en los que deseemos abandonar, es ahí cuando debemos tomarnos el tiempo necesario, mirar atrás y recordar todo lo que ya hemos logrado desde que comenzamos a andar en busca de nuestro objetivo. Así, cargaremos las pilas de energía y fuerza que nos ayude a continuar. Y así seguimos, con agradecimiento por lo logrado y con la confianza de estar en el camino…
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