Si no entienden lo que dices, sólo estás gastando palabras
Me ha sorprendido descubrir que a los expertos en análisis de datos se les enseña a escribir de forma que la mayoría de la gente no pueda entender lo que dicen. Y eso es lo que me ha llevado a escribir este nuevos artículo…
Según un artículo con el que me he cruzado por internet, los expertos en análisis son enseñados a recurrir a palabrería académica, de esa que suena mucho y muy bien pero no aporta gran significado a lo que se está diciendo, con la intención de que los líderes de negocios no entiendan la importancia de sus conclusiones.
Si trasladamos esto a la vida, personal y profesional de cualquier persona, los peligros a los que deberá hacer frente, son muchos… Y reflexionando sobre el tema, me he dado cuenta que esto no es sólo cosa de los expertos en análisis, sino que existen muchas personas en muy diferentes ámbitos que tienen la necesidad en todo momento de parecer inteligentes.
Este tipo de personas tienden a utilizar un lenguaje más complejo, palabras multisilábicas que cuesta ubicar en la comunicación del día a día de cualquier persona… y de esta manera lo que pretenden decir o comunicar pasa a un segundo plano.
Todos disfrutamos leyendo un buen texto, disfrutamos de un buen relato de sintaxis impecable. No me refiero a esto, a lo que me refiero es a que, en el día a día, en nuestras relaciones con otras personas, por mucho que sintamos la necesidad de ser admirados y sorprender, si se pretende comunicar de forma clara y efectiva, lo mejor es enfocarse en la historia evitando pretensiones. Esta es, sin duda, la manera de lograr lo que pretendemos al comunicarnos. Y para conseguirlo, tener en cuenta estas claves es importante:
1. Recuerda lo que quieres decir
En toda historia, suceden cosas y siempre existe un motivo, un objetivo por el que querer contarla. Ten siempre presente lo que sucede en tu historia y trata siempre de llegar sin demasiados rodeos a la conclusión. Si lo que cuentas no llega a un punto clave, habrás estado hablando por hablar.
2. Recuerda que va dirigido a otra persona
Mejor evitar los rodeos, pero también conviene evitar ser muy abstracto. No importa cuál es el tema en cuestión… Lo importante es centrarse en lo que puede aportar a la otra persona lo que le cuentes, para lo que le puede servir y lo que quieres lograr al hablar con ella. A nadie le importa si tu nueva aplicación es mejor que suya; pero quizá si le podría interesa si lo que le cuentas es que podría facilitarle el trabajo o la gestión de su tiempo, por ejemplo.
3. Comienzo, desarrollo y fin
Todas las historias tienen un comienzo, se desarrollan de alguna manera y llegan a su fin. No des vueltas y vayas de un lado a otro… Si tratas de comunicarte siempre de esta manera, tienes garantizado el llegar de un punto a otro. Sin embargo, si das vueltas o te saltas alguna parte de la historia, o si le cambias el orden, habrás tirado los pilares que sujetan el puente que lleva al final de la historia.
4. Cuidado con el ego
De poco o nada sirve hablar y hablar si nadie entiende lo que estás diciendo. Al final, el resultado será tiempo perdido gastando palabras. Deja a un lado tu ego y evita sobrealimentarlo a base de palabrería que aporta poco valor o contenido a lo que estas tratando de contar o comunicar. Apuesta por la sencillez, simplifica e impón como prioridad alcazar el objetivo que pretendes lograr con lo que estás contando.
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