Todos hemos sentido ira en algún momento de nuestra vida.

Aprender a gestionar y calmar la ira, es también una forma de conocernos y mejorar como personas.

¿Que es la ira?

Una molestia puede convertirse en un enfado, cuando este es recurrente y se presenta en diferentes momentos, contextos y circunstancias de forma repetida, entonces se está experimentando la ira.

Razones para la ira

Las razones por las cuales algunos individuos experimentan momentos de ira pueden ser varias como, por ejemplo, hacerlo porque lo han aprendido por imitación –como, por ejemplo, cuando algún familiar tuvo estallidos de ira delante de niños-. Si la persona toma como referente este modelo de comportamiento, este será su impulso, y es muy posible que, ante cualquier situación en la que se encuentre bajo presión o estrés no sepa responder de otra manera.

Consecuencias de la ira

Sin importar cuál sea el motivo, la conclusión siempre será la misma: la persona que vive un mal momento, y no sabe gestionar su dificultad o enfado, lo agrandará y convertirá en ira, eso finalmente terminará afectando su salud física y emocional, llegando a impedirle vivir feliz.

La ira fuera de control, puede generar consecuencias realmente serias, tanto para quien la padecen, como para los que se encuentran en su entorno de relación. La explicación es que este tipo de emoción tiene un alto nivel de intensidad que es capaz de acelerar la frecuencia cardíaca la dopamina y la adrenalina. Por eso, cuando una persona presenta un ataque de ira, es común que su piel esté enrojecida, que tenga una respiración más rápida, aumento de presión arterial, sudor, tensión muscular, … La energía en el cuerpo también se incrementa y conduce al sujeto a responder desde sus instintos, con reacciones primarias poco meditadas.

De allí la necesidad de tomar conciencia y emprender el camino de la serenidad. Quien sufre de ataques de ira sabe lo difícil que es tener dominio sobre esa emoción. Para lograrlo, se requiere intención y disposición, para así aplicar las 8 estrategias que te permitirán aprender a gestionar, incluso de forma anticipada, la ira.

8 Estrategias para calmar la ira

1- Controla tu respiración

Cuando sabes que estás a punto de estallar en ira, y puedes empezar a sentir cómo tu respiración va cambiando. Este es el momento para, si te das cuenta, tratar de volver a tu estado de quietud previo, es decir al que tenías antes del momento que te causo el malestar.

Para hacerlo, en lugar de respirar de manera superficial, debes hacerlo desde tu diafragma. Es decir, debes respirar profundamente y, conscientemente desviar tu rabia repitiendo en tu mente: “yo  estoy en calma, todo pasará”, al mismo tiempo que vas exhalando el aire con tu respiración.

Dicen que quien aprende a respirar, aprende a VIVIR. Lo cierto es que la respiración es muy importante en nuestras vidas, y también una una de las mejores herramientas que nos permite gestionar el estrés.

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2- Empieza a imaginar

Imaginar no quiere decir que si estás frente a un conflicto busques distraerte, cuando en lugar de ello deberías, por ejemplo huir del riesgo corriendo o buscar un lugar seguro. La técnica de imaginar es recomendable si tienes ataques de ira por cosas pequeñas –que es lo más frecuente en quienes la padecen-. Por ejemplo, si entras a tu casa y observas un desorden que te hace enfadar, práctica la técnica de la respiración explicada previamente, mientras lo haces y después, recrea en tu mente escenas que para ti representen relajación y calma. Imagina que te encuentras en una playa, que puedes escuchar el sonido de las olas, sentir la arena en tus pies, los rayos del sol en tu rostro.

Imagina así todo lo que más te agrade y que te haga sentir en paz contigo mismo. También puedes cambiar de lugar, e imaginar otros sitios que te gusten como un bosque, un camino lleno de flores, una locación en temporada de invierno, o cualquier lugar que traiga a tu mente tranquilidad.

Esta técnica te ayudará a salir de la rabia y de la ira, puesto que tu atención y experiencia mental, se centrarán en escenarios mucho más óptimos y positivos para tu mente.

3- Modifica tu manera de pensar

Cuando aparece la ira la tendencia es decir insultos y malas palabras.

Sin necesidad de estar en medio de la ira, toma un momento –cuando estés en calma- y reflexiona. Toma conciencia acerca de las palabras que empleas -tanto las que expresas como las que sientes-. Recuerda los insultos que dijiste o los que dices con más frecuencia, e intenta sustituirlos por otras frases que expresen la molestia que sientes. No lo hagas en términos rudos, sino simplemente siendo educado, y transmitiendo la verdad de lo que es, sin pretender herir a la otra persona.

Cuando hagas este ejercicio de manera repetida,  te darás cuenta de cómo los problemas empiezan a resolverse con más facilidad, e incluso a veces no aparecen. El motivo es que, cuando hay una confrontación entre dos personas y una de ella se torna conflictiva, los hechos se complican. La otra persona se siente atacada y, por lo general, se defiende con un ataque defensivo. Cuando dos personas se siente mutuamente ofendidas, es difícil llegar a un acuerdo. El conflicto genera conflicto, y necesitamos reducirlo antes de generarlo.

Para ello el manejo de tus pensamientos es esencial. ¿Por qué? Porque tu transmites lo que piensas, y si respetas a la otra persona por encima de sus hechos, podrás entonces generar conversaciones orientadas a la solución del conflicto.

4- Diseña una salida

No siempre las personas sienten ira únicamente por hechos sin importancia. No, en ocasiones, a veces, estamos realmente delante de un problema que requiere ser expresado, confrontado, como medio para resolverlo. En estos casos, la ira tampoco es la solución porque si necesitamos resolver algo, es imprescindible crear el escenario que ayude a ello. El conflicto que genera la irá, nunca será la solución.  En estos casos, la mejor opción, es diseñar un plan que, paso a paso, establezca las acciones que decidamos debemos emprender para resolver la situación. Hazlo con honestidad, sinceridad, y también con empatía y respeto hacía la otra persona.

5- Deja de ver las cosas en blanco y negro

Cuando alguien padece ira acostumbra a ver las cosas de un único color: o son blancas o son negras. Por lo general, la persona en ira, considera una única opción posible, y esa es la suya.  Así es cómo ve el mundo, y sin entrar en razón, no tiene manera de percatarse que existen otras opciones, es decir una amalgama de colores muy amplía en la que existen infinitas tonalidades. La flexibilidad es necesaria, para la vida, para tus relaciones, y también para tu creatividad y éxito.

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Ten presente que no tienes que ser tú quien tenga, en sus manos, la verdad absoluta. Piensa que, tal vez la otra persona, con quien te has enfadado, también tenga sus propias motivaciones, argumentos y algún punto a su favor. Aunque te cueste, escucha con la mente abierta, y siempre -incluso aun cuando no coincidas con la otra persona- ten en cuenta que lo que ella es, como persona, está por encima de vuestras diferencias.

6- Duerme el tiempo necesario

Si quieres que tu mente esté despejada y puedas responder a las distintas situaciones del día de una manera asertiva, necesitas dormir las horas necesarias para tu descanso. Y esto es muy importante, porque cuando una persona se siente cansada o agotada, tanto física como mentalmente, tiene más dificultad para razonar y controlar su rabia.

Cuando sientas cansancio evita hablar cualquier tema al que seas sensible, pide educadamente posponer la conversación para un momento en el que te encuentres más fresco, despejado y despierto.

7- Drena tu energía

La ira es una contención de energía, si liberas tu tensión practicando tus actividades físicas preferidas, tomando un paseo, caminando por un rato o haciendo meditaciones y yoga, te sentirás más enérgico y serás menos propenso a las discusiones fruto de la ira.

Evita, tanto como puedas, lo que tanto te molesta, alejándote de los detonantes que provocan tu ira, es decir de los escenarios en los cuales ya sabes que sería para ti más difícil controlarte. Esto también incluye tomar distancia de las personas con quienes no tienes una buena relación, o no puedes comunicarte de la mejor manera.

Si siempre has padecido ataques de ira y crees que nunca los has podido evitar, entonces es momento de empezar a tomar conciencia, de reflexionar y conocer cuándo se presentan estos ataques, en presencia de quién, en qué momentos y todos los detalles que te permitan identificar las circunstancias en las que te ocurre.

Una vez que lo hayas identificado, podrás empezar a aplicar las estrategias y consejos que ahora ya conoces.

Si sientes que lo has intentado todo, pero aun así es difícil calmar tu ira, entonces lo mejor es que recurras a ayuda profesional. Conocer que te está pasando, a ti, en lo concreto puede ser un paso adelante muy importante en tu vida. Ten en cuenta, que, muchas veces, -como tantas otras dificultades-, la ira es un síntoma que, cuando abordamos en profundidad en los procesos de coaching, vemos que contiene información muy valiosa que nos permite solventar obstáculos más profundos y que estén impiden avanzar en el camino hacía tus sueños y objetivos.

La gestión de la ira a tu favor, te beneficia a TI, a tu salud física y emocional, e implica dar el paso adelante hacía el verdadero  éxito.

Reconciliarte contigo y con los demás es un ejercicio que, te aseguro,

MERECE LA PENA

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